Las competencias de resistencia eran mis favoritas: Quien espabila primero?, quien dura más en el Ula ula?, quien salta más a la cuerda?, quien dura más pegado a la pared parado de manos?, quien aguanta más la respiración? esas eran tremendas olimpiadas que desarrollaban mi espíritu competitivo, me lo tomaba tan en serio, que podía terminar muerta, antes que perder.
Yo era la Power Ranger amarilla, y la pelinegra de las Sailors Moon, me sabía todas las canciones de Barney, no me perdía los sábados de Supersónicos, hacía tareas rápido para ver Dragón Ball Z, lloré con la muerte de Krilin, coleccionaba tazos, le arrojaba sapos vivos o muertos a los otros niños, trepaba en arboles altos, porque si mis primos podían yo también; la Primera comunión fue mi primera oportunidad de hacerme rica, aunque mentí en mi primera confesión, porque no entendía, porque creía que el que decía más pecados ganaba, porque quería ser importante, porque mis pecados infantiles me parecían asuntos normales en los cuales el cura no gastaría tiempo.
Me sentaba debajo de la maquina de coser Singer de mi abuela, para robarle retazos de tela y hacerle ropita a las Barbies, y a falta de Kent, casaba a mis muñecas con los Max Steels de mis hermanos; madrugaba los Sábados para ver a Juan Pablo Montoya correr, no entendía los noticieros, pero quería ser presidente porque eso también era importante, me pellizcaban los brazos, me abrían los ojos y me mandaban a callar por decirle a la gente grande cosas que no querían escuchar ... Hoy todavía lo hacen, pero ya no les hago caso.
Me sentaba debajo de la maquina de coser Singer de mi abuela, para robarle retazos de tela y hacerle ropita a las Barbies, y a falta de Kent, casaba a mis muñecas con los Max Steels de mis hermanos; madrugaba los Sábados para ver a Juan Pablo Montoya correr, no entendía los noticieros, pero quería ser presidente porque eso también era importante, me pellizcaban los brazos, me abrían los ojos y me mandaban a callar por decirle a la gente grande cosas que no querían escuchar ... Hoy todavía lo hacen, pero ya no les hago caso.
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