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domingo, 21 de diciembre de 2014

PON LA OTRA MEJILLA

Jesús el de la Biblia, es un tipo fascinante que siempre me ha caído muy bien, a parte de que convertía el agua en vino, ya me veo en una vida pasada ayudándolo a reventar mesas de ventas estacionarias a la salida del templo, pero a parte de eso, este sujeto se adelantó a los años 60, los Hipies copiaron su mensaje de Amor y Paz, sólo que le agregaron Cannabis. En fin, por ahí no va la cosa.

Esta es la parte de mi vida en la que agradezco haber estudiado con Monjas Israelitas, las cuales tienen  una visión de los mensajes de la Biblia muy diferentes  a los del  común denominador, que históricamente han usado las Sagradas Escrituras para aplastar al pueblo. Uno de los mensajes más populares de Jesús, es aquel que dice: A quien te abofetea la mejilla derecha ofrecele la otra (Mt 5, 39). Esto normalmente suele interpretarse como una invitación a sufrir, a padecer sumisos, sin enojo, sin alteraciones, sin rebeliones y a recibir con resignación toda clase de ofensa. Interpretación apenas propicia para subyugar a las masas.

A los 10 años, en mi mente de niña revoltosa y defensora de los oprimidos, no cabía tal concepción que invitaba a padecer en silencio, entonces las monjitas mi colegio, me han explicado que las palabras son las mismas, pero el mensaje ha sido convenientemente mal contado, según ellas, quien ofrece la otra mejilla le arrebata al agresor el poder de humillar y más que un acto de sumisión, es un acto de desafío. La historia de estas señoras profesionales en vestir santos me gustaba más y me la explicaron más o menos de la siguiente forma.

En las sociedades mediterráneas tradicionales, el Honor ocupa el valor más importante de la sociedad, para ellos tener honor es mil veces mejor que tener plata (ya quisieran los rectores de Universidades públicas poder decir lo mismo); por tanto el buen nombre, la buena reputación constituyen el eje central en todo contexto social, ya que el honor da sentido y significado a sus vidas. En la lógica del honor, cuando un superior abofetea a un inferior: el amo al esclavo, el marido a la mujer, el padre al hijo, no está sino haciendo demostración de cuál es el orden de las dignidades entre las personas. El abofeteado debe, en estos casos, recibir el cascarazo, agachar la cabeza y aceptar la humillación.

Ahora, pongamos en contexto de la época, un amo que abofetea a su esclavo ....entonces llega el revolucionario, adelantado y mal comprendido de Jesús y propone, que el abofeteado vuelva la otra mejilla. Es decir, que el crucificado nos invita sin violencia a tomar por sorpresa al agresor, ya que el agredido tomará la iniciativa de negar al agresor lo que se había propuesto: reafirmar superioridad, y al ofrecer la otra mejilla desmonta los presupuestos sociales que confieren al agresor el poder humillar y someter.

En esa época cuando se abofeteaba se podía hacer de dos formas: 1 con el dorso de la mano como a los esclavos y 2 con la palma de la mano como a los hombres libres. Si nos atenemos a lo dicho por  Mateo 5, 39, la bofetada ha sido en la mejilla derecha, esto supone que la mano usada es la izquierda o el revés de la mano derecha, este gesto desafía al agresor, que de devolver el golpe en la otra mejilla, está reconociendo como igual  a quien hasta ahora era considerado como menos que un ser humano y así  demuestra que su dignidad no se desmorona con un simple bofetón.

Bueno me despido poniendo la otra mejilla a quienes ya han golpeado la derecha, besos espaciales de una Santa no tan Santa


lunes, 1 de diciembre de 2014

LA TRAGICOMEDIA DEL ECAES

ECAES bendito, puto y mal comprendido ECAES. Entonces toca levantarse temprano el Domingo, un poco asarado porque no sabe uno si la alarma sonó o no sonó, un Domingo, el último día de Noviembre, cuando se supone que todo el  fastidio académico ha terminado, pero no, ahí está el ECAES, esa prueba del Estado que ciertamente no prueba nada, pero que es requisito para muchas cosas. No se si quieren medir nuestro coeficiente, la calidad de la educación de la universidades o nuestro nivel de resistencia.

6:50 de la mañana en una fila a la entrada del Colegio público que se me asignó para la prueba y mi martirio empezaba, el chico de atrás me pedía que le regalara medio borrador y las chicas de adelante se metían en la fila mientras me hacían conversación, no tenía ganas de pelear, así que ni al caso, caminaba con hambre en medio de una fila de universitarios que parecían más ganado para el matadero que cualquier otra cosa.

Ya en mi salón di por sentado que los planetas se habían alineado de tal forma que el día fuera de mal en peor, en el llamado a lista descubrí que estaría en el mismo salón con el profesor desgraciado que sin razón aparente me la tiene montada, y la chica de la Universidad que le estaba tirando los perros a mi novio, a lo mejor Mercurio andaba retrogrado o algo así, porque además me tocó en el puesto de atrás justo debajo del abanico  que no funcionaba. Tuve tiempo para subestimar mi mala suerte, pues la chica de enfrente contaba con una silla chueca, la mía al menos era estable y si iba a estar todo el día con el culo  pegado a una silla, agradecía que no fuera tan incomoda.  

El encargado de vigilar nuestro salón hablaba hasta por los codos, quería que alguien lo callara, 7:30 suena el timbre y tuve algo de paz, pero duró poco, ¿a quien se le ocurre pedir un ensayo en una prueba de estado?, me pregunto ¿Qué clase de maquina leerá nuestros escritos y dirá si lo que allí  plasmamos tiene concordancia con el tema tratado? se acabó el tiempo, vinieron por mi hoja y yo aun escribía sobre los diálogos de paz en la Habana, la deuda del pos conflicto, Uribe paraco, etc. Se hizo medio día, y yo pensaba -faltan cinco minutos para entregar - soy la última -joder aun no termino la prueba de inglés - no soy gringa -así va.

En el segundo tiempo, con mucho sueño y con el almuerzo atorado, porque no encontraba un lugar cercano que vendiera comida, comprobé que el destino seguía confabulando en mi contra; mientras a otros estudiantes les entregaban pruebas de 100 preguntas, mi cuadernillo traía 130, para rematar el calor de la tarde se acentuaba y a falta de abanico mis manos empezaban a sudar mojando toda la hoja de respuestas, alguien se quejó del  calor y el cuidador abrió las ventanas de par en par, por lo que la brisa decembrina entró y se llevó muchos papeles entre esos los míos, el  desorden ocasionado por la brisa fue aprovechado por el chico que pedía la mitad de mi borrador para preguntarle a la chica de enfrente si sabía la respuesta de la 96, me asusté ¿Cómo este hijo de su mamá va por la 96 y yo por la 42?.

Agilicé la mano y me descubrí en un salón con sólo 3 personas mientras las campanas de la iglesia cercana marcaban las 6:00 pm, sudada, deshidratada, con la cara llena de la tierra que entraba por la ventana y con los papeles entre las piernas para que no se volaran, terminé mi prueba, Ese examen de larguera antipedagógica, experimento social que quiere medir la resistencia de los estudiantes costeños, y como se las arreglan estos para tener un Domingo el culo pegado a una silla durante tanto tiempo, sin mirar el Facebook en el celular y en medio de un calor  insoportable, y que ademas hayan accedido a pagar por ello. 

 

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